No hay mejores fechas que estas Fiestas del Pilar 2019 para recordar los orígenes de la plaza homónima, centro neurálgico de las celebraciones y de la vida social y turística de la ciudad.
La plaza del Pilar es la segunda plaza peatonal más grande de Europa, solamente superada por la Plaza Roja de Moscú, y por encima de otras célebres plazas como la de San Pedro en el Vaticano, la Piazza Navona en Roma o Piccadilly Square en Londres.
Sin embargo, no siempre ha sido como hoy la conocemos. Hasta el año 1939 había tenido unas dimensiones bastante más reducidas, al estar compuesta únicamente por el espacio junto a la Basílica. No obstante, aunque la remodelación del espacio tuvo lugar ese mismo año, el germen de una plaza de mayor tamaño había estado gestándose varias décadas.
Según la información consultada, el paso fundamental lo da José de Yarza Echenique entre 1914 y 1916. Este ilustre arquitecto aragonés, que provenía de una larga estirpe familiar de arquitectos y maestros de la construcción, fue nombrado arquitecto municipal de Zaragoza en 1911, único cargo que desempeñaría desde entonces. Fue él quien colaboró en la redacción del Proyecto de Reforma de la Plaza de las Catedrales junto a la Asociación de arquitectos de Zaragoza. Fue él también quien dirigió las obras para terminar la segunda torre de la Basílica del Pilar que habían sido iniciadas por su padre Fernando de Yarza y Fernández Treviño, por lo que su conexión con el templo y con el espacio que lo circundaba estaba más que marcada.
Este ambicioso proyecto buscaba enlazar mediante una gran plaza las ya existentes plazas del Pilar y de la Seo, que entonces se hallaban separadas por varias manzanas, y así crear un salón en pleno centro de Zaragoza, un nuevo espacio que además de mejorar la movilidad, pudiese ser un escenario adecuado para todo tipo de celebraciones, ya fuesen populares, litúrgicas o institucionales.
Sin embargo, José de Yarza nunca llegó a ver el proyecto realizado, dado que fue asesinado el 23 de agosto de 1920, junto con otros dos funcionarios municipales, en el contexto de crisis y agitación social característicos de la sociedad española de aquel momento. El periodo de inestabilidad en España que seguiría, así como la pérdida de la figura más relevante del proyecto provocó que el expediente quedase estancado en algún archivador en las oficinas del Ayuntamiento, a la espera de que alguien lo retomase.
A pesar de no realizarse avances en la siguiente década, el proyecto de la Plaza de las Catedrales no es olvidado. Marcial Buj, Caricaturista, humorista gráfico y redactor del periódico Heraldo de Aragón ya escribió en 1927 en ese mismo diario aragonés las siguientes palabras, referidas al estado de la plaza.
«Examinando el exterior del templo del Pilar se aprecia al momento un absurdo que entristece el espíritu, y si quien se permita dicho examen no estuvo nunca en Zaragoza, tendrá derecho a dudar que ese templo sea el del Pilar.
Para los de fuera es más violento el contraste que para los de casa. Nosotros hemos llegado a familiarizarnos con tan incomprensible estado, por la fuerza de la costumbre, y apenas si nuestra vista se fija en tales abandonos, que es preciso remediar con urgencia. ¿ Cómo compaginar la pobreza y la vulgaridad del exterior con las grandiosidades espirituales y materiales que encierra el templo ? ¿ Es que una preciadísima joya como el Pilar, no exige mayores atenciones y más exquisitos cuidados de belleza en el estuche que la guarda ?
Esbeltas son las torres ; vistosas y de gracia las cúpulas y los chapiteles; muy bello el conjunto, de características inconfundibles; pero mirad más abajo, a los lienzos de pared de sus dos fachadas. ¿Qué se ve? Si no supiéramos que se trata del templo del Pilar, nuestra imaginación pretendería adivinar, tras ellas, destartalados desvanes de cuartel, de grandes almacenes, de viejo convento. Esas paredes principales del primer templo mariano, entregadas al implacable y demoledor batir del tiempo, huérfanas de reparaciones y cuidados, perdieron color, alisamiento y la escasa belleza que les dió un proyecto amanerado y vulgarote. Hoy, esas fachadas, son paredones de ladrillo carcomido, llenas de resquebrajaduras, agujeros y grietas, ofreciendo un aspecto muy parecido al de esos caserones abandonados por la ruina de su dueño prócer. No hay más que pararse y mirar, para convencerse de esta triste realidad. ¿ Quién es capaz de contar los cientos y miles de escarpias y clavos ganchudos que salpican la fachada principal ? ¿ Y esas rejas y ventanas, de casa de vecindad, que están pidiendo a gritos cabezas de mujer parlanchína y diálogos de patio revuelto? Todo ello, dicho con el debido respeto y sin menoscabo de quienes puedan habitar en el interior.
La excepcional importancia que alcanzarán estos apuntes, relativos a un plan general de obras, podría eximirnos de una declaración previa; la de que, en cuanto llevamos dicho y en lo que nos queda por decir, no hay el menor asomo de censura, ni la más leve responsabilidad para el honorable y celoso Cabildo catedral, ni para quienes estén más altos o bajos, pues la empresa que nos ocupa cae fuera de toda posibilidad individual y colectiva, si por colectiva no se entiende todo Zaragoza, con la ayuda de la nación.
Hecha esta salvedad, que no hacía falta, pero que pudiera ser no estuviera de más, volvamos a lo nuestro, cara al templo del Pilar, señalando en su exterior unos lamentables defectos que lo afean, lo aprisionan, lo estrujan y ahogan.
Dejemos el aplastamiento de la perspectiva, por lo estrecha que resulta la plaza, como algo irremediable, y fijémonos en aquello que puede remediarse.
Descrito y comentado el deplorable estado de la fachada principal, y prescindiendo de la otra, la que da a la Ribera, de importancia secundaria hasta que llegue la urbanización del Paseo del Ebro, veamos cómo se hallan los extremos del templo del Pilar, cuya situación no puede ser más lamentable.
Por esos lados, el Pilar está unido a casuchas y cobertizos, éstos destinados a talleres y almacenes, y con escasa separación, a muy pocos metros, a cuadras y corrales, con todo el trajín de posada, depósito de caballerías, industrias manuales y mecánicas, etc. ¿Está bien así ? ¿Deben ser esos los inmediatos alrededores del Pilar?
Base principal de la empresa tiene que ser el aislamiento del templo, dándole perspectivas de todo embellecimiento que requiere ese portentoso monumento de fe y de patriotismo; pero el aislamiento del templo sólo puede, sólo debe venir por la construcción de la plaza de las catedrales, obra esencialísima y clave única del plan que debe llevarse acabo.
La unión de La Seo y el Pilar, por medio de una plaza, que habría de ofrecer algo excepcional en grandezas de bellísima urbanización, no exigiría un sacrificio económico que asustara a los llamados a llevar a cabo esa zaragozana obra. Dijimos que todo ello es hacedero, que puede encontrarse una solución sencilla, incluso para realizar la empresa sin merma del caudal zaragozano. Ya le llegará el turno a esta idea, que no puede tener más fuerza de convicción. Ahora vamos a puntualizar los rasgos principales del proyecto.
De él no hay otros estudios y planos que los hechos por el arquitecto municipal en 1914. Reproduzcámoslos: la plaza tendría 190 metros de larga y 56 de ancha, y estaría limitada por la prolongación de la línea del frente principal del Pilar y la del Pasaje, del lado de la plaza del templo mariano. La Lonja quedaría fuera de la línea, seis metros y medio hacia atrás, y el Seminario y el Palacio Arzobispal, nueve metros. Las expropiaciones alcanzarían a todas las casas de la calle del Pilar, lado de los nones; las comprendidas entre las calles de Goicoechea y el Pilar, hoy divididas en tres manzanas, por las calles de Bayeu y Latassa; los números 11, 12 y 13 de la plaza de La Seo, y seguramente, las de la calle de San Valero, lado de los nones; pues si bien la prolongación de la línea del Pasaje queda más adelante, sería forzoso disponer de solares, por exigencias de la urbanización, como ocurriría en la calle de Goicoechea.
En cuanto a las notas sobre gastos calculados, es cierto que ellas responden a estudios de 1914 y está claro que de entonces a ahora, la propiedad urbana subió mucho; pero a esa diferencia se le puede encontrar una racional compensación, pues si bien es indiscutible que se elevó el precio de la propiedad urbana, no lo es menos que los solares subieron por la misma escala de encarecimiento. Bien podemos, pues, apuntar cifras del presupuesto de esa obra.
Expropiaciones, 4.480.704 pesetas; urbanización, 448.000; total, pesetas 4.928.704. Si de esta cifra total del presupuesto deducimos el valor de los solares que se obtengan, calculado en 1.300.000 pesetas, nos quedará, como presupuesto de gastos, 3.628.704. Es de hacer notar que una casa de importancia que acaba de construirse, señalada con los números 71 de la calle de San Gil y 23 de la de Goicoechea, queda bien en la línea, como si al edificarse hubiera tenido en cuenta la anhelada reforma.
Lo que podría ser esa plaza se resiste, por su grandiosidad, a toda descripción. En este feliz caso, la imaginación queda muy atrás de la realidad.»
Se trata de una carta personal, que denuncia el mal estado de la plaza y las edificaciones aledañas y reclama de nuevo un espacio frente a la basílica, que deje respirar a los edificios más monumentales y les de el protagonismo que se merecen.
En estas líneas recuerda la existencia del estudio de Yarza, y nos da algunos detalles sobre él. Una plaza de 190 x 56 metros y con un presupuesto de aproximadamente 5 millones de pesetas, de los cuales el 90% correspondía a las expropiaciones (considérese que el sifón del Sosa del canal de Aragón y Cataluña, proyecto extremadamente complejo, había costado un millón y medio de pesetas en 1905, y se estima que en 1915 habría costado tres millones como máximo, según datos de inflación históricos).
Las dimensiones actuales de la Plaza actuales son 500 metros de largo por 80 de ancho aproximadamente. Entonces ¿Por qué han variado tanto? La respuesta es simple, el proyecto de la Plaza de las Catedrales era solo el principio, y constituyó el punto de partida de la visión de otro arquitecto zaragozano, que sí que llegaría a ver su obra materializada.
La carta de Marcial Buj se vuelve a publicar en noviembre de 1936, justo cuando el nuevo proyecto estaba a punto de darse a conocer al mundo. Lo importante es que la idea principal estaba clara. Se quería un espacio diáfano, donde poder contemplar las dos grandes joyas artísticas y arquitectónicas de Zaragoza, la Basílica de Nuestra Señora del Pilar y la Catedral de San Salvador, sin tener nada que obstaculizase la visión de las mismas. Aparte de eso, debía ser un espacio vertebrador que permitiese el tráfico de vehículos y aliviase la congestión que sufrían las angostas calles del Centro Histórico. Y es entonces cuando, con este nuevo enfoque y con una ambición renovada, la Plaza se tornó en Avenida.
En diciembre 1936 se celebró lo que quedó constatado com una «sesión memorable» en el Ayuntamiento de Zaragoza. En el orden del día figuraba el proyecto de Avenida de las Catedrales y Urbanización de las Zonas Contiguas, lo que creó un ambiente de expectación.
En este pleno primero se acordó en cambiar el nombre del proyecto por el de Avenida de Nuestra Señora del Pilar, con lo que la denominación de Plaza de las Catedrales queda definitivamente enterrada. Inmediatmente después, se acepta la memoria y planos presentados por el arquitecto Regino Borobio, a quien debe dedicarse al menos unas pocas líneas en esta historia.
Regino Borobio, un arquitecto zaragozano, se había graduado en 1919, año en el que también estableció su estudio en Zaragoza. Aunque no se sabe a ciencia cierta qué relación mantuvo con José de Yarza, dado que coincidieron menos de dos años en Zaragoza, se puede observar que la idea de Yarza le caló hondo, y que quiso llevarla más allá, con una ambición renovada que tomó impulso en la nueva corriente ideológica que había en el País. Propuso alargar la Avenida hasta la iglesia de San Juan de los Pañetes, más del doble de la longitud propuesta por Yarza, y además reestructurar las manzanas que quedarían colindantes a la Avenida. En resumen, no solamente quería ese gran espacio de reunión, sino que comprendía que un espacio con tal envergadura y presencia no serviría de nada si no se daba un buen lavado de cara a las vías cercanas que les diese carácter de antesala de tal espacio monumental sin precedentes.
Volviendo a ese Pleno de 1936, es interesante recordar las palabras del teniente coronel Loscertales, delegado de la autoridad militar: «Primeramente se pensó en ir solamente al aislamiento del Pilar, pronto se vió que no bastaba, y se ha trazado este magnífico proyecto, que hemos de hacer que, cuanto antes, sea realidad, y lo será. Para ello hay que realizar una activa y eficaz propaganda que llegue al pueblo. Yo no quiero que este proyecto sea sólo de Zaragoza. Tiene que patrocinarlo España entera y todos los católicos del mundo que hablan el español. «
Según la crónica, al acabar su discurso Loscertales lanzó la pregunta «¿Queremos ir a la realización de este proyecto?», a la que siguió una reacción estruendosa. «Unánimemente se contesta que si. Y damas y caballeros de las tribunas, los concejales todos puestos en pie, prorrumpen en grandes vivas a España, a Zaragoza, a la Virgen del Pilar, y se escuchan ruidosas ovaciones.»
El Alcalde López de Gera cerró la sesión con todos los asistentes en pie entre aplausos y ovaciones, quedando aprobado el proyecto para llevar a cabo tal Avenida.
La ciudad de Zaragoza había asumido un déficit de 8 millones de pesetas, más del doble que lo estimado por Yarza, pero la singular y delicada situación de España y de Zaragoza, y en especial el atentado sobre el Pilar unos meses antes no hicieron más que alimentar el deseo de ensalzar la Basílica.
Como era de esperar, no se comenzaron las obras hasta la finalización de la guerra, por lo que sirvieron además como símbolo de la reconstrucción tras la contienda, ensalzando los valores del nuevo régimen. Regino Borobio fue nombrado en ese año arquitecto municipal, retomando el testigo de Yarza y creando por fin el espacio prácticamente tal y como lo conocemos.
Aunque la plaza sufrió varias reformas posteriores hasta tener el aspecto que tiene actualmente, el paso más importante ya se había llevado a cabo. Quedaba a disposición de arquitectos posteriores un magnífico lienzo sobre el que plasmar el espíritu de la ciudad, un espacio en el que la vista se pierde desde la Fuente de la Hispanidad hasta la Seo, con un sensación de amplitud inigualable, donde se respira el alma de Zaragoza. Un espacio nuestro, no solo de los zaragozanos, sino de todos aquellos que quieren acercarse a conocer nuestra historia o nuestra cultura, o de los que simplemente están de paso.
Aunque es imposible imaginarse Zaragoza sin su Plaza del Pilar, debemos recordar que no siempre estuvo ahí, y que solo fue posible su materialización gracias al esfuerzo y la labor de todos los profesionales implicados. Además, esta historia nos enseña que hay que seguir trabajando e implicándose para conseguir una ciudad mejor. La ingeniería es pasado, presente y futuro de la sociedad.
Los curiosos pueden ver a continuación una transcripción del anteproyecto de Regino Borobio, y al final del mismo el plano original digitalizado por el Gran Archivo Zaragoza Antigua y las referencias del artículo.
Memoria Presentada por el Arquitecto Sr. Borobio
La idea de enlazar por una gran avenida las plazas del Pilar y de la Seo no es nueva. Ha sido aspiración de muchas generaciones anteriores a la nuestra. Esa aspiración se concretó el año 1916 en un proyecto, redactado por la Asociación de Arquitectos de Zaragoza en colaboración con el arquitecto municipal, señor Yarza.
La zona afectada por ese proyecto era la comprendida entre las dos plazas, y se esbozaba la posibilidad de que más adelante se ampliase hasta San Juan de los Pañetes, Las razones que se aducían entonces a favor de la reforma subsisten hoy y son:
1ª Facilitar la comunicación entre las dos plazas y proporcionar cauce adecuado a la intensa circulación rodada ,que se hace por la angosta calle del Pilar.
2ª Realzar, en marco apropiado a su grandeza y mérito artístico, monumentos arquitectónicos tan importantes como las dos Catedrales y la Lonja.
3ª Crear un gran espacio libre en el que puedan desarrollarse, con el desahogo necesario, actos colectivos de carácter popular o religioso en los que intervengan grandes multitudes.
4ª Ofrecer al visitante forastero agradables perspectivas urbanas en las zonas que ha de recorrer en primer término y con preferencia.
Estas razones, que hace veinte años justificaban la reforma, se han intensificado hoy por el aumento evidente del tráfico y, principalmente, por el renacimiento que visiblemente se observa en la devoción nacional hacia el primer santuario mariano, que ha de traducirse en una mayor afluencia de grandes peregrinaciones.
Como consecuencia de las mociones que, recogiendo esta aspiración popular, han tenido el acierto de presentar al excelentísimo Ayuntamiento varios señores concejales y la muy ilustre Comisión de Fomento, se ha redactado en las oficinas técnicas municipales el presente anteproyecto.
Características del trazado.
La nueva vía abarca todo el espacio comprendido entre la Seo y San Juan de los Pañetes, con un ancho igual al de la plaza del Pilar, frente al templo. Su longitud es de 480 metros y su latitud de 58 metros.
Por el lado del Pilar se prolonga la alineación de este templo; por el lado opuesto se mantiene la del edificio del Pasaje. Quedan ligeramente retirados de la primera alineación los edificios de la Lonja, el Seminario y el Palacio Arzobispal.
Se prevé la posible prolongación del paseo de la Independencia, el eje de la cual se ha obtenido, como en el proyecto del señor Zuazo, uniendo el extremo del eje del paseo actual en la plaza de la Constitución, con el punto medio de la distancia entre el Pilar y la Lonja. Ventajas de esta solución, sobre la prolongación geométrica del eje del paseo actual son las siguientes: se consigue aumentar la separación entre la nueva calle y la de D. Jaime, que, con la prolongación geométrica, quedan excesivamente próximas ; se obtiene una buena perspectiva de la nueva calle, colocando en su final un edificio adecuado, que ocupe el solar resultante entre el Pilar y la Lonja.
El Pilar queda aislado lateralmente por dos calles de 25 metros de anchura. Otra igual separa la Lonja del nuevo edificio situado entre ésta y el Pilar, y se mantiene la calle de D. Fernando el Católico. Por el lado opuesto desembocan en la nueva Avenida las calles de D. Jaime I , prolongación de Independencia, Forment, Alfonso I y Convertidos. Entre la nueva Avenida y San Juan de los Pañetes se establece una calle de 15 metros, que une el paseo del Ebro con la plaza de Lanuza y calle de la Manifestación. Del otro lado de esta calle queda una pequeña plaza, rodeada de San Juan de los Pañetes, el torreón de la Zuda y la muralla romana.
Un pórtico, continuación de los porches de los edificios nuevos, separa la Avenida de esta plaza de San Juan, produciendo un cierre agradable en la perspectiva de aquélla y aislando este pintoresco rincón de carácter arqueológico.
La necesidad de obtener solares adecuados a las importantes edificaciones, que en la nueva vía deben alzarse, lleva consigo extender la reforma hasta la línea de las calles de Santiago y Prudencio.
La calle de Santiago se amplía a diez metros de anchura. La de Prudencio se rectifica con esta misma anchura. Se suprimen las calles de Danzas y Flores y se prolonga la calle de la Virgen hasta la nueva Avenida.
La calle de Antonio Pérez se amplía con la desaparición de las casas de los números pares, para dejar al descubierto la muralla romana y el torreón de la Zuda. Desaparece la plaza de San Antón y se obtiene un magnífico solar, apropiado para emplazamiento del mercado de verduras, en proyecto.
En la parte de la plaza de la Seo se expropian solamente las fincas necesarias para la nueva edificación, respetando las rasantes de la manzana, entre las que se encuentra la Casa de la Maestranza.
Disposición de andenes y calzadas
La presente vía participa del carácter de calle y del de plaza. Es calle en cuanto sirve para conducir el intenso tráfico entre el puente de Piedra y el centro de la ciudad ; es plaza, como lugar donde habrán de congregarse grandes multitudes.
Se ha tenido presente este doble carácter al proyectar las calzadas y andenes de la nueva vía.
Una acera de cinco metros de ancha, con platabandas para una fila de árboles, corre a lo largo de los edificios fronteros al Pilar. Junto a esta acera se establece una amplia calzada, de 15 metros de latitud, capaz para tres circulaciones de vehículos en cada sentido. El espacio restante, hasta la alineación del Pilar, queda reservado a los peatones.
Con esta disposición se aleja el tráfico del templo y se obtiene una gran zona para movimiento de peatones, sin los peligros de la circulación rodada. Esta zona se distribuye de la siguiente forma: dos fajas arboladas laterales, dos andadores, para el paso de procesiones ordinarias y, en el centro, una faja de jardines, cuyo nivel deberá ser más bajo que el de los andadores, para dar lugar a una mayor visualidad del trazado de jardinería.
La zona de peatones se interrumpe por calzadas de diez metros, correspondiendo con las calles que salen al paseo del Ebro. 1 Frente a la prolongación del paseo de la Independencia se deja un amplio espacio para estacionamiento de coches.
Arquitectura de las nuevas edificaciones.
Gran importancia ofrece este aspecto del anteproyecto que nos ocupa, hasta el punto de que de nada serviría un buen trazado en planta, si las fachadas de las edificaciones no siguiesen otras normas que el gusto de sus dueños o de sus arquitectos. Los nuevos edificios deben cumplir las siguientes condiciones:
Armonizar con los templos del Pilar y de la Seo y con los edificios de la Lonja, Seminario y Palacio Arzobispal.
Constituir marco apropiado para estos edificios antiguos, de manera que su belleza quede realzada, nunca eclipsada por las nuevas edificaciones.
Formar un conjunto urbano, para lo que es preciso que no se conciba cada casa aisladamente, con la tendencia, hoy en boga, de procurar destacar lo más posible de la casa vecina. Todo lo contrario : los constructores de edificios nuevos en la Avenida deberán sujetarse a normas muy rígidas en cuanto al aspecto exterior de los mismos.
Para conseguir esto se propone que las fachadas de las nuevas edificaciones se ajusten exactamente a las normas que apruebe el Excmo. Ayuntamiento, como resultado de un concurso nacional entre arquitectos. Este concurso tendría por objeto proyectar con todo detalle el alzado de cada uno de los frentes de la Avenida y fijar las condiciones acerca de diversos extremos, tales como número de pisos, alturas de los mismos, disposición de los porches, vuelos de cornisas, clases de materiales, etc., etc.
Este concurso permitiría obtener la colaboración de todos los arquitectos españoles, en beneficio del mayor acierto de la obra que se proyecta.
En cuanto a los edificios públicos que puedan alzarse en la misma vía, tal como el del solar situado entre el Pilar y la Lonja, deberán construirse con arreglo a proyecto elegido mediante concurso, buscando la misma finalidad del mayor acierto, y teniendo en cuenta la gran dificultad que presenta proyectar un edificio en este emplazamiento, que no desentone de los edificios contiguos y que no perjudique a la visualidad de los mismos.
Con las normas esbozadas podría llegarse a obtener un conjunto urbano que mereciera el nombre de tal y se habría legado a la ciudad un marco incomparable para toda clase de manifestaciones populares y religiosas. No falta tradición de esta clase de obras en nuestras ciudades: las plazas mayores de Salamanca y Madrid, la plaza de Chodes, en nuestra región y, en nuestra ciudad, la calle de Alfonso y el lado de los porches del paseo, antes de que recientes edificaciones rompieran su armonía, son ejemplos, entre otros muchos, de urbanización y cooperación ciudadanas, que tenemos el deber de imitar, interrumpiendo definitivamente el período de anarquía constante que caracterizó el final del siglo pasado y todo lo que llevamos de éste.
I I
Se ha formulado un avance de presupuesto de la reforma, teniendo en cuenta las diversas partidas de gastos e ingresos para obtener, por diferencia, el déficit inicial de la misma.
La superficie total a expropiar es de 39.731 metros cuadrados y el coste total de 10.915.620,70 pesetas, lo que supone un precio por metro cuadrado de 274,74 pesetas.
En este estudio se ha preferido calcular por exceso y así se demuestra comparando este precio por metro cuadrado con el previsto por el Arquitecto señor Navarro en el proyecto de la calle de la Yedra, que es de 244,44 pesetas y que se ha visto reducido en la práctica, y con el que resulta en el proyecto de prolongación del paseo del arquitecto señor Zuazo, que es de 195,52 pesetas. Debe advertirse que en este último proyecto se han seguido las normas marcadas por la Ley de 18 de marzo de 1895, de saneamiento y mejora interior de grandes poblaciones, que fija tipos muy inferiores a los de las expropiaciones ordinarias que viene realizando el Excmo. Ayuntamiento.
Indemnizaciones.
Las indemnizaciones a industriales e inquilinos se calculan en un cinco por ciento del valor de las expropiaciones
Demolición de fincas.
Se ha supuesto que se adjudiquen por contrata, con aprovechamiento de materiales a favor del contratista, y se lia aplicado el mismo precio a que resultan los últimos derribos de la calle de la Yedra.
Explanación.
No presenta graves problemas de rasantes la reforma que nos ocupa. El acuerdo con las vías existentes es fácil, ya que dos zonas que se encuentran a más alto nivel que el conjunto, como son las de Goicoechea y Bayeu de una parte y la de la plaza de San Antón de otra, desaparecen con la reforma.
El detalle del movimiento de tierras es el siguiente:
Alcantarillado, agua y conducción subterránea.
Se ha hecho un avance de estudio de estas canalizaciones, enlazándolas con las de las zonas que no se modifican. Se proyecta, como en la calle de la Yedra, galería subterránea para las conducciones de agua, gas, electricidad y teléfonos.
Según los datos facilitados por la Dirección de Ingeniería el importe total de estas obras es de 350.000 pesetas.
Alumbrado.
Hecho un estudio por la Dirección de Ingeniería de alumbrado mixto de electricidad y de gas a presión, se ha fijado una cifra global para estos servicios de 200.000 pesetas.
Pavimentación.
Las calzadas se proyectan de mosaico con bordillos de piedra caliza. Las aceras y zonas para peatones recibirán pavimento de loseta de cemento. El detalle del importe de estas obras es como sigue :
Jardinería y Arbolado
Según datos facilitados por la dirección de Montes y Parques el coste de esta instalación se elevará a 30.000 pesetas.
Venta de solares.
En el cuadro que se copia a continuación figura la superficie de cada manzana resultante después de la reforma y el precio medio en venta que se ha asignado al solar correspondiente. El precio medio total es de 279,06 pesetas. Se han incluido el solar para mercado de verduras y el del final de la prolongación del paseo, pues aunque en este último se acordase la construcción de la casa Ayuntamiento, su importe deberá cargarse a los presupuestos de las obras respectivas y no al de la presente reforma.
Solares resultantes para enajenar.
Otros ingresos.
Como tales deberán incluirse las contribuciones especiales. Su aplicación depende de la legislación que el Excelentísimo Ayuntamiento acuerde seguir por considerarla más conveniente a los intereses municipales. No figurando en la Ley del año 1895 esta clase de impuestos se ha preferido aplazar este estudio para cuando por los técnicos municipales competentes en la materia se informe sobre el particular.
Observación.
Como se ve en los planos y se desprende de esta Memoria, no se han incluido en la reforma la manzana del pasaje, ni la situada entre Alfonso y Convertidos. Cuando se desarrolle en proyecto, será conveniente estudiar la posibilidad de expropiar estas dos manzanas, para suprimir las calles de Forment y Convertidos, que resultan inútiles en el plano definitivo. Con ello se conseguiría no alterar el orden porticado de las edificaciones, precisamente en la parte más importante de la Avenida, como es el frente del templo del Pilar.
Referencias
- Aragón : revista gráfica de cultura aragonesa año XII Número 134 – 1936 Noviembre
- Aragón: revista gráfica de cultura aragonesa Año XII Número 135 – 1936 Diciembre
- Aragón : revista gráfica de cultura aragonesa Año IX Número 97 – 1933 Octubre
- Yarza Blache, Guzmán de (2015). José de Yarza García : vínculos europeos en la modernidad periférica española. Tesis (Doctoral), E.T.S. Arquitectura (UPM).
- Estabén Boldova, Daniel (2013). Una mirada a través de la arquitectura: Regino y José Borobio Ojeda. Trabajo de fin de Grado, Escuela de Ingeniería y Arquitectura (UZ).
- Martínez Verón, Jesús (2015). Zaragoza, Arquitectura, Siglo XX
Autor del artículo: David Ostáriz Falo
Si en vez recurrir a una carta, hubiera consultado el proyecto de Yarza, o bibliografía que sí lo hubiera consultado, vería que el anteproyecto remitido al Ayuntamiento (quien lo había encargado a Yarza a propuesta del concejal Monserrat) en octubre de 1915, las dimensiones para la nueva plaza eran de 385 mts de longitud y una latitud que oscilaba entre los 38, 58 y 68 mts.
Teniendo en cuenta que no había dinero para acometer las obras, pero para evitar que en la zona se llevaran a cabo obras de consideración, el proyecto fue aprobado en Sesión Ordinaria de 3 de diciembre de 1915 (ya ve, no lo aparcó la muerte de Yarza).
Y en cuanto al proyecto de Borobio, los números no son esos, que están tomados de la publicación en una revista y no del del expediente original (el proyecto de Borobio no tuvo «realidad» hasta que fue incorporado al Plan de Reforma Interior de 1939 (obra de R. Borobio y J. Beltrán), el déficit inicial era superior a los nueve millones. Tampoco el plano se corresponde con el dibujo, basta mirar cómo se resuelven en uno y otro la línea de fachadas frente al templo del Pilar para ver como ambos son distintos.
Y en cuanto a su valoración «estética», hasta Pedro Bidagor, quien se encontraba al frente de la Dirección General de Arquitectura (Ministerio de la Gobernación), a quien se remitió el proyecto para su aprobación, redactó un informe con fecha 25 de octubre de 1941 en el que señalaba que la plaza resultaba demasiado grande para la escala de los edificios que la componían, desproporcionada en la relación anchura-largura y “…desamparada por la ausencia de todo elemento ornamental o de vegetación”.
Para acabar, señor mío, estamos ya en 2021, aunque su lenguaje y la falta de un mínimo de “autocrítica” en tanto que zaragozano (supongo), me ha retrotraído a aquellas fechas en las que el proyecto fue aprobado. Vaya incorporándose al siglo XXI, que ya es hora.
Muchas gracias por tu comentario y por la información que aportas, Asunción